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Del campo a casa y de casa al campo

En medio del gran ruido que están haciendo las mujeres rurales, emerge la figura de Rosana Franco: una mujer de campo, con campo y con vida de campo.

Rosana Franco es coqueta. No cuenta su edad. “Entre 40 y 50”, responde y se ríe. De todas maneras: Franco es la menor de tres hermanas que provienen de familias de pequeños productores, donde su abuela paterna vino de España sin saber leer ni escribir y se dedicó a cultivar la tierra en la zona de Agustina.

Su familia a lo largo de estos últimos 70 años fue tambera, ganadera y agricultora.  “Soy una mujer de campo, con campo y con vida de campo”, tira como si estuviera por escribir el título de este artículo. “Me gusta vivir en el campo, esto que se ha perdido en los últimos años y tiene que ver con vivir en una chacra mixta y con arraigo rodeada de plantas y animales”, dice con un coro de pájaros que trinan por detrás de su voz aguda.

En 2008, cuando estalló el conflicto de la llamada 125 (Leer nota sobre Mario Meoni, El Hombre que amaba el Campo) ella fue una de las tantas que anduvo de protesta sobre las rutas por la zona de Junín, como la gran mayoría de los productores agropecuarios. Eso sí: autocombocada por propio convencimiento, sin comprender demasiado sobre lo que significaba el gremialismo agropecuario. “Un día me di cuenta de que yendo a cortar una ruta no iba a lograr nada y en el 2009 me sumé al gremialismo”, cuenta. Así se acopla a las filas de la Federación Agraria Argentina (FAA), la entidad que nuclea a los productores agropecuarios de menor escala productiva.

En el 2015 es elegida presidente de la Filial de Junín, donde aún continúa. “Siempre mi idea es contar cómo se trabaja en el campo, quiero que la ciudadanía en general entienda que significa ser productor de baja escala y que tenemos los mismos problemas que la gente de la ciudad. Desde la FAA queremos sacar el mito de que somos terratenientes”, dice.

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“Todo es muy caro como para poder mantener un campo chico”

Las 200 hectáreas que comparte junto a sus dos hermanas están por la zona de Agustín Roca a pocos kilómetros de la ciudad de Junín, donde también posee su casa. Diariamente va y viene del campo a la casa, y de la casa al campo. La agricultura la tiene tercerizada, donde produce soja, maíz y trigo para sostener la rotación de los cultivos. La ganadería con unas 30 madres la maneja directamente ella.

“Lo tercerizamos al campo porque es imposible mantener una estructura, comprar herramientas y adquirir máquinas, todo es muy caro como para poder mantener un campo chico”, explica. “Sin dudas se generó una grieta entre los que pueden adquirir tecnología y los que no podemos. La tecnología para los que producimos en baja escala nos lleva a desaparecer”, agrega. Insiste por si quedan dudas: “En la Argentina la tecnología nos ayuda mucho para exportar nuestra producción agropecuaria, pero también nos generó que el pequeño productor se quede afuera porque no pueda adquirirla”.

 Esos señores del gremialismo

En 2019 se sumó al movimiento de Mujeres Rurales Argentinas que si bien no tiene muchos años de actividad, se muestra efervescente sobre todo en redes sociales con un mensaje variopinto e integrado por mujeres de diferentes ámbitos. Interesante.

En el partido de Junín son cada vez más en cantidad las mujeres que se dedican e involucran en la producción agropecuaria como productoras, como dueñas de campos, como herederas de tierras o como contratistas rurales trabajando en campos ajenos. Como Rosana también hay muchas mujeres que se dedican a la ganadería. “Estos últimos años ha cambiado el actor rural, se han incorporado muchas mujeres, quizás falta que se sumen aún más los jóvenes”, cuenta. Eso sí, aclara, donde faltan es en el gremialismo agropecuario. “Necesitamos que tanto las mujeres como los más jóvenes terminen de entender que el gremialismo es finalmente el único canal para solicitar los cambios”. Pero se avanza, en Junín ya son seis las mujeres que están dentro de la comisión directiva de la FAA.

“El gremialismo tiene muchos señores que han tomado la posta en su momento y que piensan que van a estar hasta el último momento de sus vidas. Tenemos que lograr un equilibrio, con diversidad, donde se pueda escuchar las opiniones de todos. Tampoco creo que la solución sea que haya solo mujeres o mayoría de mujeres”, cuenta.

“La tecnología nos ayuda mucho para exportar nuestra producción agropecuaria, pero también nos generó que el pequeño productor se quede afuera porque no pueda adquirirla”.

 

Mirá la participación de Rosana Franco en este simposio sobre Feminismo Rural.

Más allá de la soja

Retenciones e impuestos ajustados por segmentación de productores. La enmienda de la Federación Agraria Argentina que siempre pone sobre la mesa de negociación, enfrentando la postura del gobierno nacional y las del resto de las entidades del campo. “Lo que más sufre el productor de baja escala son los derechos de exportación porque nos resta rentabilidad y claramente no es lo mismo el 33% de retenciones aplicadas para quien produce en un campo de más de 2.000 hectáreas que para quien lo hace en uno de solo 100”.

Estuvimos disgustados con algunas de las otras entidades. Nos cuesta ponernos de acuerdo y eso es una falla que tenemos que mejorar. Tenemos que lograr coincidir para lograr resultados. El gobierno local de Junín le da mucho lugar a la institucionalidad, convocándonos a todas las entidades y eso también ayuda. Hay que trabajar entre todos para que haya más fortalecimiento institucional”.

Entre lo pendiente detalla: mejorar los caminos rurales, reparar los accesos a los campos, solucionar los problemas de seguridad con más móviles rurales, más agentes policiales y más recursos económicos y de equipamiento.

En el campo estamos muy lejos de lo que sucede en la ciudad, por ejemplo con la conectividad. La política pública tiene invertir en caminos y conectividad para que el pequeño productor logre rentabilidad más allá de que siembre soja”, dice.

“Hacernos escuchar desde lo que somos”

Qué es el feminismo rural le preguntan a Rosana. Sonríe, simpática y firme como siempre y responde que es una construcción de todos los días, “hacernos escuchar desde lo que somos”. La cita está dentro de la charla que dio Franco dentro del webinar Construyendo Feminismo Rural organizado por la Red de Mujeres Rurales Argentinas.

Construyendo, reconstruyendo y desafiando. En esas instancias anda también Rosana Franco.  “Yo nunca me propuse llegar a ser dirigente y ahora me gustaría ocupar un lugar más importante para poder luchar por otros temas y cambiar algo. Pero no es fácil estar en espacios conservadores con respecto a los puestos dirigenciales”.

Pero no ocupar por ocupar. Dice que los cargos hay que honrarlos y si no hay capacidad que cada uno o una se vaya a su casa. “Nunca tener un cargo y no considerarlo”, dice esta mujer con vocación gremial y ganas de cambiar el entorno.

Si llegaste hasta no te pierdas este Mano a Mano con Rodrigo Esponda.

Haylli también fotografió al campo de Junín