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La sabiduría del cuero

Trabajado al aire libre, el procesamiento del cuero es una ardua tarea para este artesano que produce boleadoras, lazos, rebenques y látigos, entre otras piezas únicas y genuinas de nuestra región.

La soguería tuvo su origen en el Río de la Plata, aproximadamente en el siglo XVIII y es parte de un pasaje histórico que demanda conocer una variedad de cuestiones que van más allá de la técnica. Así la cultura equina inspiró a los artesanos de este autóctono arte argentino a desarrollar las piezas que fueran de utilidad para el gaucho y sus caballos. El trenzador o soguero comenzó a cumplir en este contexto un rol importante como productor de estos implementos necesarios para manejar y montar a dichos animales. En honor a este oficio el gran escritor argentino, Ricardo Güiraldes (1886-1927) reconocido por su obra Don Segundo Sombra (1926) le dedicó su cuento El Trenzador, integrante de su libro Cuentos de muerte y de sangre (1915).


La soguería, según dicen los que saben, se trata de una especialidad masculina ligada a otras tareas como domadores, peones de campo y criadores de ganado vacuno. La habilidad de este oficio en sí es sumarle valor a los productos elaborados con arte y terminado, que simbolizan y son indicadores del status social del hombre que los posee, de modo semejante a la calidad genética y a las destrezas enseñadas a los propios caballos.

Ricardo Güiraldes (1886-1927) reconocido por su obra Don Segundo Sombra (1926) le dedicó su cuento El Trenzador, integrante de su libro Cuentos de muerte y de sangre (1915).

El devenir de las técnicas fueron transmitidas en forma oral generación tras generación, y en cada país se constituyó y fomentó una “manera” propia de desarrollar este arte. Con los años y las generaciones se alcanzó una especialización notable que generó una producción para satisfacer no sólo las necesidades locales sino también la de toda la región pampeana, donde el caballo y la ganadería mantienen aún una vigencia que no ha sido desplazada por la mecanización.

A diferencia de la talabartería que trabaja con cuero curtido, el material propio de la soguería es el cuero crudo, sin salar ni curtir. En la mayoría de los casos se utiliza el de potro y el vacuno, además de los de huasuncha o corzuela, de cabra y hasta de león. Por cierto que los cueros de potro y de huasuncha son utilizados para sacar tientos para la costura y trenzada fina.

Como primer paso el soguero seca a cielo abierto el cuero mediante el estaqueado; ya para hacerle perder su rigidez se lo suele enterrar dos días para que reciba humedad. Mojado y estirado, es sobado con mordaza para darle el alisado correcto y poder así ser usado por el artesano que realizará el pelado con cuchillos o con ceniza caliente para cortar lonjas. Vale decir que en algunos casos son sujetadas  a una morsa y en otros atadas a un horcón para que los tientos se corten y puedan ser madejados y luego trenzados o tejidos.

Argollas, alambre o hierro, herrajes, plomo de munición para las bolas de las boleadoras y plata, aluminio y bronce, son algunos de los complementos amigos del soguero que se enlistará en la preparación artesanal de piezas únicas y genuinas de las región como riendas, lazos y boleadoras, látigos, rebenques, pehuales, pretales y maneas.