Emiliano Huergo es uno de los máximos referentes en bioeconomía de la Argentina. Entrevistado en el programa de radio Estamos Rodeados resaltó la necesidad de producir con lo que provee la naturaleza, respetando sus tiempos y de una manera sustentable, siempre sostenidos por la ciencia y tecnología.
Cuando Emiliano Huergo comenzó a difundir las bondades de la llamada bioeconomía, hace ya varios años atrás, fue mirado con asombro e incomprensión. Sin embargo, junto a otros especialistas y docentes como Fernando Vilella, se esforzó por instalar estas temáticas comunes en países desarrollados pero lejanas por acá. Hoy con 48 años, viviendo en Junín, es uno de los máximos referentes de la bioeconomía de la Argentina.
“La bioeconomía es un concepto, una forma de hacer las cosas y pensar la producción. El ser humano a transitado a lo largo de su historia por una economía en la que todos los bienes que se consumían venían de lo que proveía la naturaleza, remplazándolos luego por productos fósiles. Un ejemplo es el petróleo que está debajo de la tierra y luego se convierte en otra cosa que finalmente termina agregando dióxido de carbono a la atmósfera, acelerando el cambio climático y aumentando la temperatura del planeta”, explica.
“El productor agropecuario debería convencer y capacitar a sus propios vecinos”
Como director del portal www.bioeconomia.info y consultor especializado en bioeconomía, Emiliano Huergo asesora empresas y predica las bondades de hacer un uso más inteligente de los recursos para alcanzar una economía controlada mitigando el cambio climático.
“Todo lo que se pueda ir reemplazando por productos biológicos lo deberíamos hacer. Argentina cuenta con grandes recursos de la biodiversidad, es por eso que tenemos una oportunidad enorme. Pasar de una matriz energética basada en recursos fósiles a una matriz de recursos renovables, acompañando el desarrollo de nuestra industria es mucho más posible en nuestra zona que en lo países que ya desarrollaron sus industrias”, contó en Estamos Rodeados.
“El productor agropecuario debería convencer y capacitar a sus propios vecinos”
En el partido de Junín el gran ejemplo de bioeconomía es la aceitera que se encuentra en Saforcada, que genera su propia energía a través de la cáscara de girasol. “Ellos queman esa cascara de girasol en una caldera que termina en una turbina de vapor que genera energía eléctrica para la misma planta, volcando el excedente, además, en el sistema interconectado nacional. Es decir, genera energía a través de un residuo”, cuenta.
Problemas y soluciones argentinas
Para la bioeconomía la búsqueda de la armonía está en desarrollar nuevas industrias y procesos que contengan, por un lado, la demanda de los productores y también la de los vecinos. “Podemos vivir en armonía en nuestra zona”, esperanza Huergo, que resalta la potencialidad que existe en el biodiesel a través de la soja y su aceite, en las producciones plásticas y en el biogas logrados a través de residuos. “Deberíamos pensar todos estos productos para hacer uso más eficiente de los recursos”.
En la Argentina el uso eficiente de estos recursos es una cuestión que también impacta en lo económico. El caso emblemático lo tiene el sector agropecuario en la llamada “siembra directa” que redujo en un 50% el consumo de combustible para la producción agrícola. “Esto logró un salto productivo enorme minimizando la huella de carbono. En Europa miran la “siembra directa” como algo a lograr y acá en nuestro país surgió como una necesidad para ser más productivos y que no se acabe la actividad”.
La fórmula para promover el bienestar animal a partir de los montes de reparo
En estos cambios de paradigma también la conciencia personal y el comportamiento social responsable en el cuidado del medio ambiente son metas todavía por cumplir. “Es fundamental la educación y comenzar con los chicos desde la infancia, haciendo también hincapié en el orden ciudadano. Todos podemos ser más prolijos en nuestras localidades. Un mal ejemplo que hemos dado es lo que ha sucedido tras los festejos del campeonato mundial de fútbol donde las ciudades quedaron inundadas de basura en sus calles”, dice.
Sin dudas el cambio climático es otro gran factor que empuja a dar una vuelta de timón. Si bien existen fenómenos de sequía desde hace muchos años, e inundaciones también, el problema es la magnitud y la frecuencia con la que se registran últimamente. “La temperatura media de la Tierra en los últimos 20 años demuestra que 18 de estos años registraron un máximo histórico. Esto deriva en que haya menos lluvias y muchas veces más intensas. Y esto trae problemas sobre todo en las regiones más postergadas como las de África y el sudeste asiático”, explica.
Junín de cara a los 200 años se abre con grandes oportunidades
Junín tiene una enorme oportunidad para ser una ciudad verde, con una agroindustria muy potente. Con la posibilidad de generar una industria que utilice los residuos como base de otros productos, cuenta el asesor.
“El problema actual para los empresarios es el financiero. También los problemas habituales con la importación de insumos y sus restricciones en los productos de tecnología es otro problema. Pero la tendencia es esta, el mundo pide cada vez más alimentos con baja huella de carbono y alimentos que sean elaborados de manera sustentable, en donde el proceso de producción no incluya trabajo esclavo, solicitando certificaciones de todo tipo. En la Argentina tenemos una oportunidad enorme para abastecer esos mercados. Tenemos un buen futuro”, esperanza el especialista juninense.
