La falta de lluvias en diciembre y las altas temperaturas complican la producción de maíz en la región, mientras que la soja parece menos afectada por la sequía. En este contexto, el girasol resurge como una alternativa viable gracias a su tolerancia al déficit hídrico.
En los últimos días, la situación climática ha comenzado a complicarse, después de una racha favorable para los cultivos. Durante octubre y noviembre, las lluvias fueron constantes y adecuadas, lo que permitió que los cultivos se desarrollaran en buenas condiciones. Sin embargo, diciembre llegó con una notable disminución en la cantidad de precipitaciones, lo que ha generado preocupación, especialmente en los cultivos de maíz.

Guadalupe Tellería, jefa de Agencia de Extensión Rural del INTA Junín, detalló cómo esta falta de lluvias está afectando la productividad, particularmente en el maíz, que se encuentra en el período más sensible: la floración. En este período crucial, explicó la especialista entrevista en Canal 10, que abarca los 10 días antes y después de la floración, el maíz necesita agua para formar correctamente el grano y la espiga. La ausencia de lluvias en esta etapa puede llevar a una disminución significativa en los rendimientos del cultivo.
¿Por qué el girasol es una apuesta recomendable para productores del noroeste bonaerense?
“Por otro lado, la soja parece menos afectada por esta sequía provisoria”, explicó. “Actualmente en estado vegetativo y en floración, la soja no requiere grandes cantidades de agua en esta etapa, siendo su período más crítico cuando se comienzan a formar las chauchas, que ocurrirá más adelante, en febrero”.
Los pronósticos climáticos, según Tellería, indican que la región está atravesando una fase de “Niña leve”, lo que implica menores precipitaciones en comparación con el promedio. A pesar de que el fenómeno no será tan intenso ni prolongado como el vivido en 2022, las lluvias seguirán siendo escasas, y las altas temperaturas que se esperarán para las próximas semanas (32-34 grados) complicarán aún más la situación de los cultivos.

A pesar de estos desafíos climáticos, la zona de Junín se encuentra tranquila en relación con la presencia de plagas, especialmente la chicharrita, cuyo avance ha sido controlado y no representa un riesgo inmediato para los cultivos locales.
En cuanto a los cultivos alternativos, Tellería destacó un resurgimiento del girasol en la región. Este cultivo, que había sido desplazado a zonas marginales, ha experimentado un incremento en su superficie sembrada debido a su buena tolerancia a la sequía. Ante este panorama, el INTA Junín, en colaboración con la UNNOBA, la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Junín (AIAJ) y ASAGIR, está organizando una jornada sobre el cultivo de girasol, que se llevará a cabo el 7 de febrero. Esta iniciativa busca compartir experiencias y conocimientos sobre el cultivo, que en los últimos años ha demostrado ser una alternativa viable frente a las condiciones climáticas adversas.
La jornada de girasol no solo responde a las necesidades de adaptación climática, sino también a los buenos precios que este cereal ha alcanzado, lo que lo convierte en una opción atractiva para los productores de la región.
A medida que el clima sigue cambiando, la capacidad de los productores para adaptarse y diversificar sus cultivos será clave para enfrentar los nuevos desafíos.