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Ovinos: Los Gallo que aman a las ovejas

Ciertos hitos nos hablan en primera persona de esta familia única con más de 100 años de dedicación a la compra, crianza y venta de ovinos, desde un diminuto pueblo al sur de Santa Fe.

Por Diego Abdo @chinoabdo

El establecimiento nació como productor de ovinos a principios el siglo XX, en 1913, en el mismo campo que aun trabaja la familia Gallo, algo chico según cuentan, pero trabajado de manera intensiva para sacarle el jugo máximo a esas tierras consideradas de las más productivas del país. Ahí en Runciman al sur de la provincia de Santa Fe y a pocos kilómetros de la pujante Venado Tuerto.  

Los Gallo tienen ese garbo de campo construido por sus boinas de colores intensos como el rojo y el verde, sus bombachas embarradas y las alpargatas de yute. Los dos hijos de la familia, Luis y Germán, cuando tomaron el mando de la Cabaña para trabajar a la par de su padre Antonio, en el año 2000, le dieron ese empujón revolucionario que solo la sangre nueva puede llegar a explotar. Ellos continúan la herencia de la Cabaña La Constancia que se remonta a sus bisabuelos. Hoy casi que no hay remate de ovejas o exposición nacional que se prive de contar con algunos de sus ejemplares de la raza Hampshire Down, la que los ha hecho de los Gallo un clan ovejero bien reconocido en toda la Argentina y gran parte del Mercosur.

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Los Gallo también son ruralistas. Todos forman parte de la Sociedad Rural de Venado Tuerto, y los hijos Germán y Luis son pioneros en la formación del Ateneo de la Rural que agrupa a los más jóvenes. Días atrás me llegó por wathsapp un mensaje enviado desde la misma Rural de Venado que contaba con alegría que los Gallo habían vuelto a hacer de las suyas logrando nuevamente traspasar la frontera con sus ovejas, esta vez hacia Paraguay. “Es un orgullo que nos sigan comprando. En Paraguay es la sexta exportación que hacemos y están encantados con nuestros bichos. En la ultima carga se vendieron 30 animales de diferentes cabañas del sur de Santa Fe, de los cuales 5 de esos bichos fueron de La Constancia”, explica German Gallo.

Después de varios años de crecimiento como raza, la Hampshire Down argentina pisa fuerte en toda Sudamérica y hoy es considerada la mejor de la región por la calidad de su genética. Gran parte de esta historia la escribe diariamente la familia de La Constancia. “Nosotros venimos refrescando la sangre con animales y genética comprados en Uruguay y que provienen de otros países líderes como Nueva Zelanda y Australia, y eso nos posiciona entre las mejores cabañas de esta raza”, dice Germán.

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El 2015 podría haber sido un año de gloria. En uno de sus tantos viajes hacia el Uruguay los hermanos quedaron maravillados con el gran campeón de la exposición del Prado, oriundo de Nueva Zelanda, y tomaron una decisión fuerte: comprar el bicho de elite que tenía el precio equivalente a una camioneta cero kilómetros, con todo lo que significa para un gringo de la Pampa Húmeda una chata sin estrenar. El gran reproductor serviría para mejorar con su servicio la genética del plantel ovino de los Gallo y de esta manera La Constancia se preparaba para un 2015 imparable. Pero como en esas historias donde un hecho menor termina cambiando los sucesos, a los pocos días el animal que solo había hecho un servicio comió algunas esas bolillas apestosas del árbol Paraíso, se intoxicó y al poco tiempo murió después de haber puesto su cuerpo a merced de cuánto veterinario intentó curarlo.

Los riesgos de una actividad que tiene sus ingratitudes dice Germán, que aún continúa solicitando por normativas que contemplen un seguro que cubra este tipo de sucesos derivados de atragantamientos involuntarios.

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Por la zona de Runciman el negocio ovino es la carne por eso se crían animales para consumo y prácticamente no se ven en los campos ovejas laneras como sí sucede, por ejemplo, en la Patagonia. La raza Hampshire es sinónimo de carne ovina, su lana casi no tiene utilidad, solo tiene como destino la elaboración de lampazos o trapos de piso. Para lana está la raza Merino mucho mejor paga en el mercado y considerada como la estirpe lanera por excelencia.

Si bien los Gallo no venden carne porque se encargan de la comercialización de reproductores, el crecimiento en el consumo diario de la carne ovina no deja de traerles buenas noticias y un horizonte alentador. Es que los aumentos de precios en los cortes bovinos no se condicen con las tímidas subas de la carne ovina y de a poco los argentinos van viendo como mejor apetito sus cortes, años atrás mirados desde lejos y enmarcados dentro de las “carnes exóticas”. “Cuando logremos que dentro de una carnicería haya una chuleta de cordero o una costilla, estoy seguro que no nos va a alcanzar la producción para abastecer la demanda”, dice Germán. Para ello faltan faenadores y frigoríficos para trabajar, increíblemente ausentes en toda la región sur de la provincia de Santa Fe.

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Los Gallo inflan el pecho para contar que son la única cabaña que no cuentan con empleados externos a la familia. Cada uno con su rol, los hombres del clan se encargan de las tareas de fuerza como pasar por la manga, y sus esposas desarrollando otras actividades un poco más sabrosas como las de preparar empanadas de codero con un relleno delicioso cocinado al disco con leña, que finalmente venden en algunas birrerías de Venado Tuerto. Acá nadie se aburre parece. “Tenemos que ir buscando la beta por todos lados. Pero cuando llega las 9 de noche estás muerto”, dice Germán.