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La apicultura vuelve a florecer en Junín

Después de años marcados por la sequía, los apicultores de la región atraviesan un momento de recuperación. La Cooperativa Apícola de Junín se consolida como un espacio para el trabajo colectivo y la industrialización de una actividad que vuelve a ganar terreno en el territorio bonaerense.

La apicultura en Junín y en buena parte de la provincia de Buenos Aires atraviesa un nuevo impulso. La provincia de Buenos Aires es la que más productores apícolas concentra. Tras dos campañas afectadas por la sequía y por el impacto de los agroquímicos sobre la flora melífera, el último año trajo resultados que sorprendieron incluso a los productores más experimentados. “Tuvimos una cosecha impresionante, que la verdad nunca pensábamos que la íbamos a volver a ver”, contó Julio Cabral, integrante de la Cooperativa Apícola de Junín.

Julio Cabral, apicultor juninense, referente de la región.

El cambio, según explicó, se apoyó en varios factores: el regreso de la ganadería a zonas que antes estaban dedicadas exclusivamente a la agricultura, la mejora en las pasturas y una menor presión de los agroquímicos. “Se está haciendo más laboreo y menos uso de químicos, y eso hace que la naturaleza florezca un poco más”, señaló Cabral. El resultado fue visible en el paisaje: “Venías de ver todo seco en septiembre, tres años seguidos así, y de golpe volvió el color al campo”.

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La combinación de lluvias oportunas y una vegetación más diversa dio lugar a un aumento en la producción. “Hubo colmenas que llegaron a dar 140 kilos de miel, una locura. El promedio estuvo en 60 o 70 kilos, cuando antes estábamos en 25 o 30”, detalló el apicultor. Si bien esos valores máximos corresponden a situaciones puntuales, reflejan un cambio de tendencia y devuelven el entusiasmo.

“El apicultor venía desanimado, muchos habían abandonado la actividad. Pero ahora vuelve el interés: se nos acercó mucha gente que quiere empezar, que se motiva, que ve que otra vez se puede producir”, destacó Cabral. Ese movimiento también se siente en la Cooperativa Apícola de Junín, que funciona en el Parque Industrial y ofrece un espacio común para la extracción y procesamiento de la miel.

La cooperativa nuclea a buena parte de los apicultores del partido de Junín y cuenta con su sede en el Parque Industrial.

Una cooperativa que vuelve a ser protagonista

La cooperativa, creada por productores locales, se consolidó como un punto de encuentro para apicultores de la región. En su sede se instaló una sala de extracción habilitada, gestionada colectivamente, que permite mejorar la trazabilidad y la calidad de la miel producida. “Este año pasaron por la cooperativa unos 200 tambores, más o menos. Fue un número muy importante”, comentó Cabral.

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El proyecto, sin embargo, no está exento de dificultades. “Tenemos la sala en el Parque Industrial, en un espacio que el municipio nos cedió, pero todavía estamos esperando las refacciones que se comprometieron a hacer. Ya hace dos años que esperamos y el contrato está vencido”, explicó. “Ojalá podamos resolverlo pronto, porque para una actividad regional es fundamental tener una sala en buenas condiciones.”

A pesar de esas limitaciones, la cooperativa sigue siendo una herramienta clave para el desarrollo de la apicultura local. Este año, incluso, decidió ofrecer el servicio de extracción de manera gratuita para los socios, en reconocimiento al esfuerzo colectivo de quienes ayudaron a mantener viva la actividad. “Los socios vinieron acompañando con su tiempo y su trabajo, así que este año fue gratis para todos”, contó Cabral.

La apicultura, además de ser una actividad productiva, cumple un papel ambiental decisivo.

Calidad y destino de la miel

El buen año también se reflejó en la calidad del producto. “Salieron mieles excelentes, claras, muy buscadas en el mercado externo”, explicó Cabral. Como ocurre desde hace décadas, gran parte de la producción bonaerense tiene destino exportador, pero en los últimos años creció también el consumo interno. “El consumo local aumentó, y eso es muy importante porque genera valor agregado de manera inmediata: envases, fraccionamiento, etiquetas. Todo eso mueve la economía regional”, remarcó.

En Junín, la sala de la cooperativa es una de las dos habilitadas para la extracción. La otra pertenece al propio Cabral, quien también abre sus puertas a los productores de la zona. “Esto surgió porque muchos venían a mi casa a extraer, y yo les decía: ‘¿cómo si está la sala del municipio?’. Pero como no se podía usar, terminaban viniendo acá”, explicó. Esa realidad motivó la organización colectiva y la búsqueda de financiamiento, que permitió equipar la planta y ponerla en funcionamiento.

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Un oficio que resiste y se multiplica

La apicultura, además de ser una actividad productiva, cumple un papel ambiental decisivo. Las abejas polinizan cultivos y especies silvestres, contribuyendo al equilibrio de los ecosistemas.Por suerte, se está volviendo a ver colmenas en las chacras. Aparecen cajones viejos a la venta, la gente los arregla, los pone en marcha. Es una actividad que se puede empezar con poco: cinco o seis colmenas, sin una gran infraestructura, y después vas creciendo”, explicó Cabral.

La existencia de una sala comunitaria habilitada simplifica el proceso de extracción, que suele ser el punto más complejo para los pequeños productores. “Contar con ese espacio ayuda muchísimo, porque no todos pueden invertir en maquinaria propia. Además, tener un lugar habilitado garantiza la calidad del producto y abre puertas a nuevos mercados”, subrayó.

En la Cooperativa Apícola de Junín, el movimiento es constante. Algunos socios son apicultores con años de experiencia; otros, nuevos emprendedores que encontraron en la miel una oportunidad de trabajo y de conexión con el entorno rural. “Hay un entusiasmo que hacía rato no veíamos”, dijo Cabral. “La apicultura volvió a florecer, y eso es una buena noticia para todos.”