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El agua volvió: cómo cambió el mapa hídrico y productivo del Partido de Junín

Tras años de sequía, el distrito atraviesa una marcada recuperación hídrica que modificó el paisaje rural y la planificación productiva. Las precipitaciones acumuladas desde mayo de 2025 superaron ampliamente los promedios históricos, generando un ascenso sostenido de las napas freáticas y anegamientos en zonas bajas. INTA analizó un escenario con desafíos, pero también con oportunidades.

Después de un largo período de déficit hídrico, las lluvias regresaron con fuerza al Partido de Junín. Desde mayo de 2025, una sucesión de eventos climáticos intensos transformó la dinámica del agua en el distrito: los suelos recuperaron humedad, las napas subieron y los caminos rurales comenzaron a mostrar las huellas de una nueva realidad hídrica.

Según el informe elaborado por la Agencia de Extensión Rural Junín de INTA, con autoría de Guadalupe Tellería y Paula Melilli, las precipitaciones acumuladas durante agosto y septiembre fueron muy superiores a los registros históricos. Esto provocó un ascenso sostenido del nivel freático, con impactos directos sobre las zonas más bajas del relieve, donde la capacidad de escurrimiento es limitada. En consecuencia, aparecieron anegamientos, dificultades de tránsito y afectaciones en algunas superficies productivas.

Guadalupe Tellería, del INTA Junín.

“Durante el período mayo–agosto de 2025, Junín atravesó una marcada recuperación hídrica, luego de varios años influenciados por el fenómeno La Niña”, señala el informe. El retorno del agua, sin embargo, no sólo cambió el paisaje: también obligó a repensar estrategias agronómicas en una campaña que combina potencial y riesgo.

Ya está avanzando con firmeza la siembra en el partido de Junín.

Del suelo seco al anegamiento

El contraste con el año anterior es notorio. En agosto de 2024, el 95% del partido presentaba suelos secos y apenas un 5% mostraba agua superficial o anegamiento, principalmente en cuerpos permanentes como lagunas o arroyos.

Un año después, en agosto de 2025, esa relación cambió de manera drástica: el área con suelo seco descendió al 86%, mientras que los sectores anegados se triplicaron, alcanzando el 11%. A su vez, aparecieron zonas con suelo húmedo o saturado que representan el 3% del territorio.

Recuperar la vida de los suelos: el desafío que encaran los productores

Estos cambios reflejan un aumento significativo en la disponibilidad de agua superficial, directamente asociado a los excesos de lluvias ocurridos en los últimos meses. Según el registro histórico, la campaña 2024/2025 tuvo precipitaciones muy por encima del promedio de las últimas ocho décadas, con picos notables en noviembre de 2024 (más de 150 mm) y en mayo de 2025 (más de 200 mm).

La napa, protagonista del nuevo ciclo

En un territorio de llanura como Junín, donde la pendiente regional es muy escasa, el ascenso de las napas tiene consecuencias directas sobre la producción agropecuaria.

Durante los años secos, muchas se encontraban a más de tres metros de profundidad, fuera del alcance de las raíces de los cultivos. Hoy, la situación es opuesta: en zonas bajas, como las cercanas a la laguna El Carpincho o al noreste del partido, las napas se encuentran a menos de 80 centímetros; mientras que en sectores más elevados, al suroeste, se ubican por debajo de los 2,8 metros.

Más girasol, más decisiones basadas en datos

Esta variabilidad obliga a los productores a analizar lote por lote. En palabras del informe, “el monitoreo constante de variables climáticas y freáticas se vuelve clave para mitigar riesgos y optimizar el uso del recurso hídrico”.

La información satelital (proveniente de imágenes Sentinel) y los datos aportados por la UNNOBA y la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Junín (AIAJ) permiten trazar un mapa detallado del comportamiento del agua y ajustar estrategias de manejo por ambiente.

Desafíos y oportunidades para la nueva campaña

Las condiciones actuales presentan una dualidad evidente. Por un lado, los cultivos de invierno —especialmente el trigo— se benefician del ascenso freático, siempre que las napas se mantengan dentro de un rango óptimo de 0,7 a 1,7 metros. Por otro, los excesos hídricos en sectores bajos pueden dificultar las labores y comprometer los rendimientos.

El maíz ya comenzó a sembrarse en algunos lotes, mientras que la soja y el girasol se implantarán en las próximas semanas. Las expectativas son positivas si las napas permanecen entre 1,2 y 2,4 metros, aunque cualquier ascenso adicional podría representar un riesgo.

El puente de Lincoln que une las ciudades de Junín y Lincoln cuando la sequía se extendió por 3 años. Foto: Juanjo Bueno.

Una nueva etapa para el agro regional

La campaña 2025/2026 comienza con un escenario desafiante, pero con un recurso clave nuevamente en juego: el agua.

Después de años de déficit, el perfil de los suelos volvió a recargarse y las napas recuperaron su protagonismo. Esto abre un horizonte más favorable para los cultivos de fina y gruesa, aunque también impone la necesidad de una planificación agronómica cuidadosa, basada en el monitoreo permanente y en decisiones adaptadas a cada ambiente.

Trigo perteneciente a los ensayos de la UNNOBA, INTA y AIAJ.

Como concluyen Tellería y Melilli, “la situación hídrica del Partido de Junín presenta desafíos, pero también oportunidades”. La clave, aseguran, estará en combinar la observación, la tecnología y la gestión para aprovechar al máximo este nuevo ciclo de abundancia.