Por Ing. Agr. Daniel Morisigue, Director del Instituto de Floricultura de INTA. y Ing. Agr. María Silvina Soto, Investigadora del Instituto de Floricultura de INTA.
El contacto con plantas y flores en espacios verdes tiene un efecto positivo en las emociones, y brinda a las personas sensaciones de calma, armonía y bienestar, aspectos revalorizados en un contexto de aislamiento social.
El nuevo contexto del Covid-19 y el confinamiento que trajo aparejado, provocó en muchos casos una apertura de nuestra forma de pensar, y nos permitió aceptar aquello que no queríamos reconocer. En las ciudades, muchas cosas se están replanteando, y otras, valorizando.
Conocemos desde hace tiempo la dicotomía que existe entre la ciudad y el campo en función de los sistemas de salud donde, si bien la fortaleza de estos sistemas está en las ciudades, es en éstas donde peor se vive. Entonces surge la pregunta ¿por qué las condiciones de las ciudades predisponen a enfermedades crónicas que no existen en ámbitos rurales?
Acá es donde se mira al verde como el responsable de esta situación. Tal vez por eso, luego del confinamiento, la gente invade los espacios verdes, poniendo de relieve lo que desde por lo menos hace dos décadas muestran los estudios científicos.
Alemania con la Industria 4.0 y Japón con la Sociedad 5.0 abren el nuevo mundo, que traerá, entre otras cosas, tecnologías innovadoras como la energía renovable, las ciudades inteligentes, o la movilidad autónoma y las ciudades verdes. Algunas de estas tecnologías ya están en desarrollo y otras necesitarán de intervenciones que implicarán cambios culturales y/o de maduración para su valoración en este nuevo mundo, donde el ser humano será el centro de la transformación.
Así como la agricultura adoptó desde hace unos años una ¨mirada nueva¨ en la valorización de las buenas prácticas agrícolas, revalorizando la importancia de la biología en la agricultura, también en las grandes ciudades del mundo hay una ¨mirada nueva¨ y una valorización de la biología en la salud humana, lo que podríamos llamar “buenas prácticas urbanas”.
El concepto de “ciudades verdes” se basa en la resiliencia, la autosuficiencia y la sostenibilidad social, económica y ambiental. Este concepto pone al espacio verde como una herramienta de mitigación y /o solución a muchos de los problemas de las ciudades que afectan directa o indirectamente al ciudadano.
Hay evidencias científicas de que las enfermedades del sistema circulatorio, los trastornos mentales y las enfermedades del sistema digestivo en las grandes ciudades tienen relación con la cantidad de espacios verdes. El crecimiento urbano demanda una mayor planificación, que implica conciliar la infraestructura gris, característica de las ciudades, con la infraestructura verde, que se amortiza por los beneficios que aporta, principalmente al sistema de salud, aunque en países como Argentina están subestimados.
Ciudades verdes se refiere a espacios en ámbitos urbanos cubiertos por vegetación de cualquier tipo, distribuidos en base a un diseño y planificación. Estos espacios van desde los más pequeños, como los espacios cubiertos por un árbol, pasando por espacios con o sin acceso al público (techos verdes, jardines, parques, plazas, etc.) y espacios grandes como corredores, cinturones verdes, bosques urbanos de alcance zonal. Todos estos espacios generan servicios ecosistémicos, sociales, ambientales y recreativos.
La dicotomía existe entre la ciudad y el campo en función de los sistemas de salud donde, si bien la fortaleza de estos sistemas está en las ciudades, es en éstas donde peor se vive.
Además, las ciudades verdes implican intervenciones para modificar la disponibilidad y características de los espacios, ya sea readecuando el uso, en función de los espacios disponibles y con eso cambiar el efecto sobre la comunidad circundante desde el punto de vista social y ambiental.
Se pueden encontrar variados términos que hacen referencia a la presencia del verde en las ciudades: espacios verdes, infraestructura verde, bosque urbano, corredores verdes, biodiversidad urbana, etc. Éstos se pueden diferenciar en el enfoque, pero todos resaltan los beneficios sociales, de salud, ambientales, ecológicos y económicos de los espacios verdes.
Revistas científicas de medicina, psicología, antropología, ciencias sociales, ecología, urbanismo, forestación urbana, espacios verdes urbanos, energía y cambio climático vienen mostrando con resultados científicos la importancia del verde en las ciudades.
En las ciudades de países desarrollados, la infraestructura verde hoy forma parte de la planificación y desarrollo de las urbanizaciones. A este proceso de maduración se llega cuando se toma conciencia de las consecuencias sociales, ecológicas y, principalmente, económicas, que causan la falta de verde y la falta de planificación de los espacios verdes.
Beneficios de la infraestructura verde
Hay varias áreas en las cuales la infraestructura verde aporta beneficios cuantificables en forma directa:
> Económicos: contar con áreas verdes incrementa el valor de las construcciones, haciendo la propiedad más atractiva.
> Integración social: los espacios verdes motivan a la gente a pasar tiempo en éstos, lo que favorece la interacción con el resto de la comunidad.
Especialmente en entornos vulnerables, el contar con espacios verdes mantenidos correctamente favorece la cohesión social y la participación ciudadana, disminuyendo la violencia y agresividad, contrario a lo que ocurre cuando es un baldío. Además, a través de la recreación a la que invita, el espacio verde provoca la actividad física, un déficit creciente en las grandes urbanizaciones.
> Salud: los residentes, como los empleados, son más felices a través de la sensación de bienestar y gozan de mejor salud cuando viven o trabajan en entornos verdes. Esto es por los efectos psicológicos sobre la salud emocional, ya que estamos programados para estar mejor en entornos verdes que en aquellos de cemento. Es algo intangible y por lo tanto no se valora a nivel de los funcionarios o decisores. Otros beneficios para la salud residen en la menor polución del aire, al actuar como filtro, y en la atenuación del ruido.
> Ecológico: los espacios verdes favorecen la presencia de la biodiversidad en los entornos urbanos. Esto incluye a la agricultura urbana y periurbana que ya llegó y que tendrá en un futuro un papel importante con su aporte de alimentos a las ciudades, haciéndolos más resilientes a factores externos, como el costo del transporte, pérdidas de cultivos en otras zonas y otros factores que pueden afectar el abastecimiento.
> Agua: contar con espacios verdes ayuda al manejo del agua de escurrimiento de las ciudades, especialmente ante fenómenos relacionados al cambio climático. Los espacios verdes retienen agua y moderan su escurrimiento.
> Clima y polución: los espacios verdes actúan como reguladores térmicos, reduciendo el efecto de la isla de calor provocado por la estructura gris, con su consiguiente ahorro energético. Además, las plantas reducen la contaminación ambiental, tanto de partículas como de gases como ozono, dióxido de nitrógeno y componentes orgánicos volátiles, lo que repercute en la salud de la comunidad.
Es en este marco, el Instituto de Floricultura lidera en el país la nueva demanda originada por la reciente valorización de las flores, plantas y espacios verdes como aporte a los servicios ambientales.
Desde hace más de diez años trabaja en el desarrollo de tecnologías para aplicar en techos verdes sustentables urbanos.