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El país de los 25 millones de argentinos con sobrepeso y exceso de peso

Benito Insúa reunió información de Fernando Vilella y Sergio Britos sobre nuestro entorno alimentarios y las grandes falencias que tenemos en nuestras dietas diarias.

El mundo vive momentos turbulentos una vez más, donde no solo la tecnología, la comunicación, los valores medicinales y los comportamientos del ser humano han tomados otras formas. También el tembladeral afecta a la alimentación como tal, exponiendo crudamente las desigualdades a su acceso, la sobre abundancia de información que confunde, y los nuevos paradigmas de consumo, donde el consumidor justamente es un elemento cada vez más importante.

“Vivimos épocas de transiciones como ningún otro momento en la historia. Desde la tecnológica, los comportamientos, la comunicación, y por supuesto, la alimentación. Existen inequidades y desequilibrios en la alimentación a nivel global. Hay cerca de 900 millones de personas que no acceden a una dieta mínima y saludable. Eso combina con un porcentaje cuatro veces superior en términos de sobrepeso y obesidad”, explica en un reciente encuentro virtual, Fernando Vilella, colaborador de Pampa Húmeda Hoy y una de las voces con más fundamentos en temas como la bioeconomía.

Otro que acompañó el webinar organizado por Expoagro fue Sergio Britos, licenciado en Nutrición y profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la de Entre Ríos. Para él hoy la alimentación en la Argentina está construida por tres cosas grandes cuestiones: “La primera es que es necesario actuar en la inseguridad alimentaria infantil, que hoy está cerca de un 20%. Es nutrición 10, más que hambre 0. Segundo, mejorar los entornos alimentarios, lo que determina que el 90% de la gente tiene una calidad de dieta intermedia, como máximo. Y en tercer lugar, tener una dieta de calidad, sostenible y accesible en cuanto a precios”. Para lograr estas metas según Britos se deben articular la ciencia y la nutrición con la bioeconomía.

Como lo hemos contado por este sitio hoy la Argentina vive una gran discusión: la próxima y posible sanción de una ley que regula el etiquetado frontal de alimentos. Para Britos este proyecto de ley “permite debatir, y este fluir de argumentos es parte de un punto de inflexión en relación con nuestros modelos dietarios y la transformación de los modos de comer”.

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Lo hemos dicho: la pandemia también ayudó a concientizar a los consumidores en la necesidad de informarse correctamente sobre lo que consumen, y muchos hoy se manifiestan lectores habituales de etiquetas de alimentos en las góndolas. El miedo, el extremo, la conciencia más despierta nace una vez más de un momento crítico como es la pandemia arrastrada por el Covid-19.

Claramente que cada vez existan consumidores más exigentes hace que las mismas empresas de alimentos se preocupen por no solamente estar en ley sino por informar mejor sobre los procesos de elaboración de sus productos. Venimos de largos años de información escondida, de ingredientes disfrazados en las etiquetas y directamente de grandes ocultamientos. Hablar de mejorar el etiquetado en nuestro país es un viejo anhelo que parecía siempre quedar postergado en medio de grandes problemáticas muy fuertes como que solamente “el 16% de los niños de menos de 17 años posee seguridad alimentaria”.

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Pues una cosa no quita a la otra. Aunque eso sí hoy la realidad alimentaria expone, según Britos, también datos alarmantes: “hay más de 25 millones de personas con sobrepeso y exceso de peso. Tenemos un severo problema de calidad de dieta, solo el 11% tiene una buena calidad de dieta. Además, tenemos déficit de nutrientes esenciales y vitaminas”.

En los desafíos que debemos afrontar apuntalados por políticas públicas y estrategias vinculadas con la accesibilidad, Britos asegura que en Argentina “tenemos brechas de consumo de hortalizas, frutas, legumbres, lácteos. Tenemos que aumentar el consumo de estos alimentos, y disminuir el consumo en exceso que existe de harina refinada, azúcar, bebidas azucaradas, elevado consumo de carnes, etc”.