Los rendimientos son óptimos. Además permite adelantar la siembra de soja de segunda. Las tensiones de precios y la relación entre los productores y las malterías son un punto para revisar.
Año tras año la cebada cervecera crece en cuanto a hectáreas sembradas en el partido de Junín, una zona que históricamente no estuvo ligada a este cereal.
Durante estas últimas 3 campañas se sembraron más de 3.500 hectáreas con este tipo de cebada.
“Es una siembra que a los productores les gusta, porque tiene menores requerimientos que el trigo, por ejemplo. Haciendo un buen trabajo con el suelo y ajustando la fertilización a un nivel razonable, los rendimientos son óptimos y en promedio ronda los 5.500 kilos por hectárea llegando a picos de 8.000 kilos”, cuenta el asesor técnico Adolfo Pascua.
Un campo sembrado con cebada cervecera (también está la variedad que se utiliza como alternativa forrajera) permite, además, una vez cosechada, continuar con la siembra de una soja de segunda mucho más rápidamente que si se viniera de un suelo implantado con trigo. “Se adelanta la siembra de soja unos 15 días lo que pasa a ser casi una soja intermedia”, explica el ingeniero.
Año a año la siembra viene creciendo en el partido de Junín, aunque ya para esta campaña se está viendo aún más interés de siembra de parte de los productores. Entre los puntos a favor: los tiempos y tratamiento de la cebada son similares a los del trigo, en cuanto a siembra, control de maleza y la maquinaria que se utiliza.
La siembra de cebada se da a partir de fines de mayo para cosecharse a partir de noviembre. La zona agronómicamente apta para producir cebada cervecera se ubica en su mayor parte en la provincia de Buenos Aires (sudeste), seguido por el sur de Santa Fe y el sur de Córdoba.
En la zona de Junín la variedad de cebada cervecera más sembrada es la Andreia con un 60%. “Aunque vienen creciendo otras variedades como la Montoya que quizás llegue a un 20%. El productor busca que la variedad se adapte a la zona y además que tenga una mejor salida comercial”, explica Pascua.
La relación comercial
La maltería expresa las condiciones comerciales para cada campaña, conformando un precio por el cual paga la cebada de los productores agropecuarios.
El precio es el mismo que el de la llamada cebada forrajera, más un plus donde se tiene en cuenta además el precio del resto de los cereales. Todo conforma un precio que se va modificando y anunciando los lunes y que sirve para fijar valores y programar compras y ventas de manera escalonada en el tiempo.
“El productor dentro de este sistema vende muchas veces de manera escalonada y anticipada su cosecha. Esto le sirve para tener una seguridad al momento de pagar sus costos. Para la maltería que compra esta venta adelantada le asegura un piso de compra y un precio ya determinado”, explica Pascua.
Una vez cosechada la cebada cervecera la industria paga valorando su capacidad germinativa que debe estar en un mínimo del 98%. También los valores de humedad son recompensados y existe una tabla de bonificaciones y descuentos en precio en función de la proteína de la cebada.
En Junín existen 200.000 hectáreas aptas para la producción agropecuaria
Las tensiones son un clásico
Las tensiones entre la industria de la maltería y la producción suelen ser constantes. Ha habido años donde, por ejemplo, apareció un hongo que dañó la cebada y generó grandes trastornos comerciales, que terminó de empujar la decisión productiva del productor hacia el trigo, por ejemplo.
También la cebada forrajera por condiciones de mercado se ha presentado con mejores precios que la cervecera, razón por la cual en esta relación el monitoreo de precios es fundamental.
Lo cierto es que más allá estas tensiones de precio, y las dificultades comerciales que puedan surgir, la cebada cervecera es una buena alternativa para el productor que día a día la ve como una producción real y rentable en el partido de Junín.