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“Para el ser humano dos o tres años de sequía es una eternidad, aunque para la naturaleza es poco”

Entrevistado en el programa de radio Estamos Rodeados, Alejandro Signorelli, jefe de la Agencia de Extensión de INTA en Junín, hizo un repaso por los últimos años productivos en nuestra región.

Sin dudas la situación atípica de falta de lluvia en toda esta región pampeana es la charla más habitual en todo el sector productivo. Aunque el impacto de la sequía afecta no solamente la producción de alimentos, sino que también tiene su correlato directo en la economía general de los argentinos, con fuerte bombazo en regiones tan agrícolas como la de Junín.

Signorelli: “No puedo separar mi vida del INTA”

Según CREA solamente considerando las adversidades climáticas en los cultivos de trigo y cebada, las pérdidas económicas en toda la Argentina se calculan en torno a los 3.300 millones de dólares. Para esta entidad en la presente campaña existe una reducción del 30% de la superficie de maíz en fecha de siembra temprana respecto de la planificada. Por otro lado, si bien la implantación de soja crecería en superficie, se registran demoras en varias regiones.

“Para el ser humano dos o tres años de sequía es una eternidad, aunque para la naturaleza es poco porque hay variaciones climáticas que pueden ser anuales, o bianuales, de 20 o 50 años y otras que pueden darse después de 10.000 años”, explica el ingeniero agrónomo y jefe de la Agencia de Extensión de INTA en Junín, Alejandro Signorelli.

Se espera por una cosecha gruesa de regular a buena

“El impacto directo de esta sequía en los cultivos es notable. En trigo la perdida es entre el 70 y el 80%. Los pocos trigos que hay van a rendir realmente muy poco en nuestra región. En el sur de la provincia están un poco mejor”, explica.

Si bien en las últimas dos semanas las precipitaciones llegaron para dar alivio a la región (la última lluvia dejó un registro de 60 milímetros), el régimen hídrico no lograra regularizarse en diciembre porque la producción de granos gruesos de segunda siembra, que ingresa al mercado hacia mediados de año, está comprometida, acrecentando las dificultades del sector productivo y de la economía nacional.

Alejandro  Signorelli, AER INTA Junín.

“Después de una sequía larga, el 2019 fue un año neutro, con precipitaciones por debajo de lo normal, pero ya arrancamos con un 2020 con año Niña, con precipitaciones muy por debajo de lo normal y con 2021 que desde que se tiene registro se ubica entre el primero o segundo año más seco de la historia. Y llegamos a este 2022 con un año Niña por lo menos hasta febrero”, analiza Signorelli.

Sumado a la escases de agua, las heladas tardías redujeron la oferta de recursos forrajeros en la mayor parte de los establecimientos ganadero. Esto, según CREA, ocasiona “una situación complicada en lo inmediato para asegurar la condición corporal de los vientres de cara al servicio, como así también en el mediano plazo para lograr indicadores de destete adecuados”.

“Hoy estamos viendo estragos importantes en toda esta región luego del cuarto periodo por debajo de las precipitaciones promedio. La siembra de la gruesa, la siembra temprana de maíz temprano, como no llovió no se hizo o se postergó”, dice el especialista del INTA.

En ese sentido el productor agropecuario empezó a sembrar soja y se volcó hacia un maíz tardío. Al no haber maíz, al no haber trigo, va a impactar en varios sectores como el de transporte. El trigo puede llegar a ser una problemática de abastecimiento para el consumo”, explica.

Con el objetivo de abastecer de alimentos a sus animales hoy los productores están sembrando maíz. “Hoy la producción dentro de lo que se llama feedlot de bovinos está muy golpeado por la falta de maíz en su alimentación. Lo mismo sucede con la producción porcina y avícola intensiva que dependen del maíz, es decir que no son pastoriles”, dice.

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Si bien estos últimos años se han vuelto muy complejos desde lo climático, Signorelli explica que lo cierto también es que forman parte de ciclos. “Lo que sucede es que los eventos climáticos se han vuelto muy extremos. La precipitación promedio anual es de 900 milímetros, en años Niño se iba a 1.100, y quizás en otros años Niña a 800. Pero ahora las variaciones se han mucho más fuerte. El ultimo 9 de octubre hubo una gran helada que terminó de liquidar a los trigos. Pero todo nos indicando que vamos a tener que aprender a convivir con estos eventos”, explica.