Sequías, transformaciones políticas y desafíos económicos delinearon un año complejo para el agro argentino, abriendo paso a un horizonte de incertidumbre y oportunidades.
En medio de retos climáticos y cambios políticos, el sector agropecuario argentino se enfrentó a un 2023 extremadamente desafiante, marcado por la adversidad climática y transformaciones en las políticas económicas.
La campaña agrícola se vio duramente afectada por una sequía feroz que dejó cicatrices en los campos. Los cultivos insignia, como el trigo, maíz y soja, sufrieron pérdidas considerables: alrededor de la mitad del trigo, el 35% del maíz y una proporción similar de la soja se esfumaron ante la falta de lluvias.
A esta situación se sumó la falta de compensación en los precios, que se mantuvieron estables mientras países como Estados Unidos y Brasil registraron buenas cosechas y despliegues enormes en el mercado internacional.
Los impactos económicos no tardaron en manifestarse para nuestro país: se calcula una merma de ingresos de hasta 20 mil millones de dólares, afectando tanto la macroeconomía como los ingresos en el campo, generando una profunda crisis.
A lo largo del año el gobierno de Alberto Fernández mantuvo su política de retenciones a las exportaciones de granos, exacerbando la brecha cambiaria y afectando la capacidad de inversión y desarrollo tecnológico en el agro. Sin embargo, con el advenimiento de un nuevo gobierno liderado por Javier Milei, se vislumbran cambios aún por verse realmente.
La devaluación y la reducción drástica de la brecha cambiaria han sido recibidas con entusiasmo en el agro. Aunque no se dio la dolarización esperada, el permitir la liquidación de un porcentaje en dólar “libre” ha sido un cambio significativo para el sector. Esta medida, combinada con la devaluación, ha generado mejoras en los precios e ingresos. Sin dudas el agro es uno de los sectores más beneficiados por este cambio macroeconómico.
Sin embargo, las primeras medidas implementadas por el nuevo gobierno no han sido completamente celebradas en el sector agropecuario. Aunque se anunció la equiparación de retenciones para todos los cultivos, la realidad es que la soja continúa soportando una carga impositiva considerablemente más alta que otros cultivos. La brecha entre el dólar de importación, vital para el costo de producción, y el dólar agrícola ha generado desafíos adicionales.
La situación se refleja en la necesidad de más producción de soja para adquirir la misma cantidad de insumos que en países competidores.
El clima ha comenzado a mostrar signos positivos
La transición de la Niña a un Niño fuerte ha traído un alivio esperado para el sector. Aunque aún no se han recuperado por completo los perfiles, hay optimismo respecto a la canalización del excedente financiero en inversiones que impulsan el equipamiento y el valor agregado en la producción.
Las fábricas de maquinaria agrícola están retomando su actividad a plena capacidad, aunque se observa un retraso en la disponibilidad de tractores y cosechadoras.
El panorama de importaciones se ve limitado por el tipo de cambio y la posición de las grandes marcas, algunas de las cuales están más integradas que otras. Esto ha generado un escenario de competencia en el que se espera una dinámica particular en los próximos meses.
En términos de ingresos proyectados para el 2024, se estima que los tres principales cultivos (trigo, maíz y soja) a nivel productor sumarán alrededor de 33 mil millones de pesos, aunque esta cifra debe complementarse considerando otros cultivos como cebada, girasol, arroz, legumbres, entre otros.
La ganadería vacuna, por otro lado, rondaría en aportes cercanos a los 6 mil millones de pesos, beneficiándose de mercados ampliamente abiertos.
A medida que el nuevo gobierno implementa cambios económicos, el sector agropecuario enfrenta un panorama con desafíos, pero también con oportunidades. La capacidad de adaptación y la búsqueda de eficiencia se presentan como los pilares para sobrellevar las adversidades y potenciar el rendimiento en un contexto cambiante y desafiante.
El secreto de la agricultura sostenible: los Ensayos a largo plazo
En el horizonte, la expectativa radica en la estabilización de políticas que brindan al sector las condiciones necesarias para su crecimiento sostenido, equitativo y competitivo en un mercado global cada vez más dinámico y exigente.
La incertidumbre persiste, pero también se vislumbra un potencial de recuperación y fortalecimiento, impulsado por la resiliencia y la capacidad de adaptación que caracterizan al sector agropecuario argentino.
Por Benito Insúa.