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Baja la inflación y mejora el poder de compra del maíz, aunque persisten tensiones para la soja

El maíz mejora su poder de compra frente a insumos y maquinaria, mientras que la soja enfrenta mayores dificultades por la caída de su precio.

En un escenario de transición económica, los principales indicadores comienzan a mostrar señales de estabilización. La inflación esperada para abril se ubica en 2,5%, una desaceleración significativa respecto al mes anterior, que marca una reducción de 1,2 puntos porcentuales. Según las proyecciones, la tendencia descendente continuaría en los próximos meses, alcanzando un nivel del 1,8% hacia agosto.

El mercado cambiario, en tanto, mostró una primera reacción ante la eliminación de restricciones: el dólar oficial subió inicialmente, pero luego retrocedió y se estabilizó en la zona de los $1120-$1160, acumulando un incremento mensual del 4,5%.

Existen dificultades para la soja, especialmente frente a bienes de capital como maquinaria y vehículos.

Mientras tanto, la actividad económica creció un 5,7% interanual en febrero, y también se registró una mejora mensual desestacionalizada del 0,8%. Sin embargo, los salarios continúan corriendo detrás de los precios: en marzo, el índice general de remuneraciones subió 3%, lo que implicó una leve pérdida de poder adquisitivo del 0,6%. El sector público lideró las mejoras, con un alza del 3,3%, mientras que el sector privado registrado se incrementó en 2,2%.

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Un campo atento a los precios relativos

En el sector agropecuario, las relaciones de precios reflejan un escenario dispar, con cierta mejora en el poder de compra del maíz, pero dificultades crecientes para la soja, especialmente frente a bienes de capital como maquinaria y vehículos.

Durante abril, se necesitaron 14,4 kg de soja para comprar un litro de glifosato, lo que representa una mejora del 23% en comparación con el mismo mes de 2024, y un 27% por debajo del promedio de los últimos cinco años. Sin embargo, esa ventaja no se trasladó a todos los rubros. Para adquirir una cosechadora, hoy se requiere un 7% más de soja que hace un año y un 43% más que el promedio quinquenal. Lo mismo ocurre con las pick-ups: en abril se necesitaron 134,2 toneladas de soja por unidad, 6,6 más que el mes anterior, aunque con una baja interanual del 2%.

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Donde sí se observó una mejora fue en la relación soja/gasoil. Por efecto de la baja en el precio de los combustibles, durante abril se necesitó un 8% menos de producto para adquirir un litro que un año atrás. No obstante, el costo del flete mostró una tendencia inversa: se requirió un 4% más de soja que en abril de 2024 y un 47% más que el promedio de los últimos cinco años.

Maíz: señales positivas

A diferencia de la soja, el maíz mostró mejoras más generalizadas en su poder de compra. Para adquirir una bolsa de semillas se necesitaron 725,7 kg, lo que significa una reducción de 23 kg respecto a marzo y un 12% menos que en abril del año pasado. La relación maíz/urea también fue favorable: se requirió un 22% menos de grano que hace un año para comprar un kilo de fertilizante.

El maíz también mejoró su capacidad de compra frente a bienes de capital y servicios logísticos. Para adquirir una cosechadora se necesitaron 76 toneladas menos que en marzo y un 7% menos que en abril de 2024. En cuanto al gasoil, se necesitó un 20% menos de grano por litro que un año atrás, aunque sigue siendo un 12% más que el promedio de los últimos cinco años. Por último, la relación maíz/flete mostró una mejora tanto mensual como interanual: se necesitó un 7% menos que en marzo y un 20% menos que en abril de 2024. Aun así, está 21% por encima del promedio quinquenal.

Hoy se pueden ver sojas de segunda recuperados tras las lluvias. Foto: Javier Alasia.

En el agro, el maíz aparece como el cultivo con mayor capacidad de recomposición en su poder de compra, mientras que la soja sigue tensionada por la caída de precios internacionales y su impacto en los bienes de capital.

La evolución de estas relaciones será clave para definir decisiones de inversión, siembra y logística en los próximos meses. El desafío será consolidar una mejora en los márgenes, sin que los avances macroeconómicos se diluyan ante nuevas distorsiones de precios relativos.