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Zamba, la más argentina del repertorio folklórico nacional

El 7 de abril es considerado por todos los folkloristas como el Día de la Zamba en honor a la maravillosa pieza musical.

Para conocer los orígenes de la Zamba como género musical y coreográfico debemos remontarnos al siglo XVIII, donde en tiempos coloniales se cree fue gestándose la llamada Zamacueca, dueña de la raíz común de una gran familia de donde derivaron diferentes variantes musicales y dancísticas.

Este fenómeno se fue dando en el encuentro de ritmos que ejecutaban afrodescendientes, junto a otras manifestaciones de influencia originaria y por supuesto de aquellos influjos llegados de España, gran parte del repertorio popular es consecuencia del sincretismo cultural con el que nos caracterizamos los pueblos americanos.

La Zamba no está exenta de estas influencias, es una especie folklórica que compartimos con otros países como Perú y Chile, donde cuentan con la Marinera peruana y la Cueca chilena, en nuestro territorio nos encontramos con la Cueca norteña, la cuyana y la neuquina y por supuesto con la Zamba, reina de las danzas tradicionales argentinas que a su vez también presenta variantes coreográficas y rítmicas regionales, como la Zamba carpera.

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Su nombre derivaría, según algunos relatos, de la denominación que llevaban las mestizas en el Alto Perú “zambas”, a quienes se intentaba conquistar a través de una danza de insinuantes y románticos movimientos, como se describe en crónicas de la época, resaltando el desarrollo de un verdadero cortejo amoroso a veces de connotaciones eróticas.

Pero también debemos considerar otras posibilidades tales como el origen relacionado con uno de los tambores usados por los esclavos africanos llamado Zambé siendo luego este vocablo aplicado genéricamente a los bailes que se acompañaban con el mencionado tambor.

Los instrumentos musicales que eran ejecutados para crear este ritmo tan especial que en el siglo XIX fue difundiéndose rápidamente por los centros urbanos y también en zonas rurales, eran la vigüela o guitarra antigua de cinco órdenes y el llamado cajón que se percutía con las manos, en algunos lugares se utilizaban marimbas y flautas.

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Luego con la incorporación de otros instrumentos como el bombo, el bandoneón y el violín entre otros, su música fue tomando matices típicos de cada zona donde arraigó fuertemente.

Así se mantuvo vigente hasta nuestros días, siendo la Zamba la más interpretada por los cantores y bailarines folklóricos en la actualidad y que nos permite conocer no sólo coplas románticas, sino también hechos históricos como la épica batalla en Pozo de Vargas librada entre Felipe Varela y los hermanos Taboada en los pagos riojanos allá por 1867, que inspiró a algún paisano (se desconoce su autor) a relatar en versos sobre este ritmo los detalles de aquel episodio y que llega a nuestros días como la primera pieza tradicional recopilada en 1906 por el Patriarca del Folklore Don Andrés Chazarreta.

Si bien el 7 de abril es considerado por todos los folkloristas como el Día de la Zamba en honor a la maravillosa pieza musical que también recopilara Chazarreta, titulada justamente “La 7 de Abril”, siendo esta una de las Zambas tradicionales más conocidas.

Oficialmente se ha instituido el Día Nacional de la Zamba, el 29 de Septiembre, fecha del nacimiento en 1917 de Gustavo “Cuchi” Leguizamón, reconocidísimo y grandioso compositor a quien le agradecemos y festejamos sus tantísimas obras que han enriquecido nuestro cancionero folklórico, que por nombrar algunas de ellas podemos citar Zamba de Lozano, Balderrama, Zamba del carnaval, La pomeña, Si llega a ser tucumana…

Con sus columnas María Eugenia Alvear nos ayuda a entender más sobre nuestra cultura.

Hoy la Zamba se toca, se canta y se baila en todo nuestro país, reflejando las raíces de nuestra argentinidad.

Que viva por siempre la Zamba, su música, su danza y el valor histórico-cultural que atesora.

Por María Eugenia Alvear
Profesora de Historia y de Folklore