Gustavo Frederking, referente del agro local y provincial, analiza el gobierno de Javier Milei, valora los avances en materia de orden fiscal y seguridad, pero advierte sobre los desafíos que persisten para el sector agropecuario. Las retenciones, la falta de previsibilidad y el escaso apoyo a la ganadería siguen siendo temas críticos.
Más allá de las demandas clásicas del sector agropecuario —retenciones, presión fiscal, acceso a créditos, infraestructura—, lo que resuena con fuerza en las palabras de Gustavo Frederking, productor agropecuario, dirigente de CARBAP y actual vicepresidente de la Sociedad Rural de Junín, es un viraje en el rol institucional.

Para él No se trata solo de representar al productor, sino de hablar como ciudadano. “Como ciudadanos claramente estamos contentos con el comienzo del presidente Javier Milei. ¿Quién puede estar en desacuerdo con que se haya combatido la inflación, con que se haya combatido el déficit fiscal?”, dice Frederking, en una frase que no es técnica ni sectorial: es política en el sentido más amplio.
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Y en ese marco, apunta: “El orden público en las calles… eso parecía tan imposible. Y en un ratito lo resolvió”. Para el dirigente agropecuario, no es menor que el productor sea también un actor de la vida democrática, preocupado por el funcionamiento del país, más allá del campo. “El país es como una casa de familia, no se puede gastar más de lo que de lo que entra, es imposible”.
Los desafíos por delante son los de acercar loque sucede en el campo al vecino urbano, “para que entienda, para que no nos vea como el “angurriento del campo”, sino como alguien que sostiene la producción, pero también tiene una mirada sobre la vida común”.
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Esa ampliación del discurso se ve también en sus reclamos hacia los actores políticos locales. Frederking no duda en señalar: “Primero lo deberían también salir a reclamar con firmeza los concejales, los intendentes… y en general se quedan callados. Porque lo que se pierde en retenciones no lo pierde solo el productor: es daño en las ciudades y pueblos del interior”.

El nuevo rol de la Sociedad Rural, en voz de Frederking, ya no se limita al reclamo agropecuario: busca representar un interés más general, el de las economías regionales, el del ciudadano común del interior, el de un Estado que no asfixie, sino que acompañe. En ese sentido, su lectura de la coyuntura no es solo sectorial, sino que busca ser por un lado política y también social.