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Osvaldo Giapor, el carpintero que supo tallar comunidad

Carpintero de oficio y fomentista por vocación, Giapor convirtió al Prado Español en su causa de vida. Desde la presidencia de la Sociedad de Fomento y al frente de la Federación, dejó un legado de gestión, compromiso y comunidad que lo inscribe entre los grandes vecinos de Junín.

Una Sociedad de Fomento activa y pujante es el motor de cambio para un barrio. Cuando sus integrantes tiran para el mismo lado, cumplen sus roles, piensan en el bien común y dedican tiempo y estrategia a sus acciones, sin olvidar a sus vecinos, logran transformar la vida diaria de las personas. Esa premisa se cumplió a lo largo de la historia del Prado Español, y tiene en el nombre de Osvaldo Giapor una de sus máximas expresiones.

La carpintería de Giapor, todo un emblema del barrio donde también se hacía política.

Carpintero de oficio, nacido en Las Morochas pero radicado en el Prado Español, Giapor se sumó en 1979 como vocal a la Sociedad de Fomento. Su figura fue creciendo con los años, y ya en 1982 ocupaba la vicepresidencia en momentos claves como la adquisición del terreno para levantar la Sala de Primeros Auxilios. Desde entonces, y a lo largo de más de tres décadas, estuvo al frente de gestiones que dejaron huella: desde el reclamo por cloacas, gas natural, pavimento e iluminación, hasta la apertura de la sede barrial como centro cultural con talleres de tejido, dibujo o yoga.

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En 1993 asumió la presidencia de la institución, después de haber ocupado casi todos los cargos en los años anteriores, y se convirtió en referente indiscutido del barrio. No sólo organizó a los vecinos, sino que también representó sus preocupaciones frente a intendentes y autoridades municipales. Su nombre se volvió sinónimo de voz barrial: cuando los medios buscaban un vocero, siempre estaba Giapor para reclamar con firmeza.

La inseguridad, las picadas en la Circunvalación, los problemas de tránsito y de servicios lo encontraron al frente, sin cansancio. También fue impulsor, en 2002, de la creación de “Fomentismo en Acción”, una asociación que nucleaba a más de veinte sociedades barriales para fortalecer la gestión comunitaria.

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En 2015, su trabajo fue reconocido oficialmente cuando el Concejo Deliberante lo declaró “Figura distinguida de la Ciudad”. Para entonces, Osvaldo ya había trascendido los límites del Prado Español y era el rostro de la Federación de Sociedades de Fomento de Junín.

Pero más allá de cargos y actas, lo que perdura es su legado humano. Giapor entendió como pocos que una Sociedad de Fomento es mucho más que una comisión: es un espacio donde se forja comunidad, donde un vecino común puede ser el motor del cambio. Supo renunciar cuando lo creyó necesario y supo volver cuando los vecinos lo necesitaban.

Foto: Junín en el Recuerdo.

Hoy su ausencia duele, pero también ilumina. Duele en todo el barrio Prado Español, en el club La Loba, en su carpintería de calle Posadas y por supuesto en la sede de la Sociedad de Fomento que lo tenía siempre pensando en actividades por hacer. Pero ilumina como ejemplo de compromiso, constancia y amor por la comunidad.

Osvaldo Giapor fue carpintero, pero también arquitecto de barrio. Con él, la Sociedad de Fomento se convirtió en la herramienta que transformó necesidades en derechos, reclamos en obras y vecinos en comunidad. Y esa será, para siempre, su mayor obra.

Por Diego Abdo, nacido y criado en el barrio Prado Español.