Además a la hora de pensar en elaborar una estrategia de producción con un manejo responsable de nutrientes se debe tener en cuenta como aplicarla en el momento preciso, con la fuente y forma correcta.
En poco más de un mes comenzará una nueva siembra de maíz. En este contexto, desde los centros de investigación surgen datos para tener en cuenta a la hora de pensar en el manejo responsable y eficiente de los nutrientes, que permitirán optimizar los suelos e incrementar porcentualmente los rindes.
“Es esencial un buen diagnóstico, análisis de suelo, muestreo y una interpretación de los datos para definir en qué lotes hay que hacer las aplicaciones”, destacó el ingeniero agrónomo Juan Manuel Orcellet del INTA Concepción del Uruguay, durante la primera capacitación virtual del Centro de Expertos- Expoagro sobre Siembra de Maíz.
Será justamente a partir de las consideraciones de Orcellet que quedará claro que a la hora de pensar en elaborar una estrategia de producción con un manejo responsable de nutrientes se deberán tener en cuenta algunos requisitos indispensables: determinar la dosis correcta del nutriente y aplicarla en el momento preciso, con la fuente y forma correcta.
El clásico y la novedad
“Hay que trabajar sobre los viejos conocidos como Nitrógeno (N) y Fósforo (P). Con N hay que definir el objetivo, el umbral de suficiencia, en función de la calidad y el potencial de ese lote, incluso dentro de cada ambiente del lote. Hacer franjas de suficiencia; es decir, una franja sin limitación de N para seguir por medio de imágenes satelitales, por medio de greenseeker o visualmente, cómo vienen nuestros lotes en cuanto a N”, sugirió el profesional.
Con respecto a Fósforo (P), indicó que es un viejo conocido y no se debe dejar de fertilizar. “No podemos dejar de hacer análisis para determinar la dosis en función de la cantidad de fósforo en el suelo. Si bien han aumentado muchísimo los fertilizantes, es cuando más hay que hacer análisis y ajustar las dosis; es decir, hay que aplicar donde tenemos que hacerlo y en la medida correspondiente”, advirtió.
De acuerdo con esta clase magistral del ingeniero, también hay que sumar estudios y análisis de suelo sobre el Potasio (K) y el Zinc (Zn). “Son jugadores muy importantes y no los tenemos que perder de vista. El potasio, por ejemplo, si bien todavía no es un problema generalizado, debemos seguirlo de cerca porque la deficiencia de potasio no es sencilla de abordar y hay que pensarlo más a largo plazo”, precisó.
En relación con el Zinc (Zn), explicó que “no debemos aplicarlo sólo en los mejores lotes y como un condimento extra, sino que hay que pensarlo, sabiendo que gran parte de la región pampeana tiene problemas, así que en casi todos los lotes de maíz deberíamos ir con alguna fuente fosforada de Zinc o con alguna otra forma de aplicación”.
¿Cómo determinamos la dosis de Nitrógeno (N) en maíz?, se preguntó Orcellet en otro tramo de la disertación. Y contestó: “El método más usado en la región pampeana es la prueba de Nitrógeno de Nitrato en pre-siembra, que determina la dosis de N en dos parámetros: un umbral de suficiencia y el nitrógeno disponible en la siembra”.
En esta línea, siguió: “A un mes del comienzo de la siembra aproximadamente el N disponible se mide haciendo un muestreo hasta 60 centímetros de profundidad, lo cual indicará la oferta inicial que va a tener el cultivo de maíz en cuanto a nitrógeno. Mientras que el umbral de suficiencia nos determina hasta dónde debemos tener nitrógeno para lograr el 90% del rendimiento relativo”.
La combinación entre el suelo y el fertilizante aplicado debe dar 137 kilogramos de nitrógeno.
La falla de este método, según Orcellet, es que no contempla otra fuente de Nitrógeno y que es la mineralización de cada lote, que aporta el 60% de nitrógeno absorbido. “Por eso, no podemos trabajar a todos los lotes de la misma manera. Porque hay sectores que por calidad de suelo son mejores que otros. Primero tenemos que separar por la calidad y definir ese umbral de eficiencia, antes de empezar a emplear la variabilidad espacial dentro de cada lote”, señaló.
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El fósforo
De acuerdo con el ingeniero, para la región pampeana “está demostrado que el nivel crítico de Fósforo son 11 partes por millón. Y para alcanzar el umbral crítico del cultivo a implantar, la fórmula para determinar qué dosis de fósforo se debe aplicar se define por el nivel crítico de esas 11 partes por millón, menos el fósforo extractable del suelo que tenga cada uno de los lotes, multiplicada por 3.5”.
El potasio
Si bien todavía no afecta a la región pampeana, el técnico señaló que “el potasio es el segundo nutriente en orden de importancia que requiere la planta del maíz. La planta de maíz absorbe 22 kilos de nitrógeno y 19 kilos de potasio por tonelada de grano producida. Lo que va a grano es sólo el 20 por ciento, y el 80 por ciento vuelve por los rastrojos”.
Vale destacar que “hay respuesta significativa ante el agregado de potasio en el maíz, principalmente cuando los contenidos eran bajos, mejorando los rindes en un 15 o 20 por ciento”.
El Zinc
A la hora de pensar en los micronutrientes en particular, Orcellet precisó que “al igual que con el potasio y fósforo, se deberá hacer un muestreo de suelo de 0 a 20 centímetros de profundidad, previo a la siembra del cultivo. Esto nos indicará qué probabilidad de respuesta vamos a tener ante el agregado de dicho nutriente”.