Una de las mayores tensiones en cuanto al relacionamiento entre la producción agropecuaria a escala y la llamada “urbanidad”, está centrado en las aplicaciones de fitosanitarios en zonas pegadas a las ciudades.
Para el especialista Luis Carrancio se debe llegar a un acuerdo entre las posturas ambientalistas y las productivistas. “Cada cosa debería tener su espacio”, explica.
La discusión es un hecho en las zonas del interior productivo abarcado por las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Entre Ríos, principalmente. Aquí el límite entre el ámbito de campos y las localidades se vuelve algunas veces difuso y el impacto del uso de herbicidas genera debate, embarrado muchas veces por ideologías e informaciones a medias.
Entre los puntos que siempre salen a flote está el reordenamiento territorial, los aspectos normativos y el abordaje de aplicaciones en el periurbano y la información sobre las consecuencias del uso de estos fitosanitarios para la salud humana y el cuidado del medio ambiente.
Para el agrónomo Luis Carrancio, director de la Estación Experimental del INTA Oliveros, uno de los máximos especialistas en esta materia “este es un problema que ha escalado en todo el país, con mayor conflictividad en el sur de Santa Fe. Y lo que falta siempre en todos los casos es diálogo entre las posturas ambientalistas y las posturas productivistas para llegar a un acuerdo en conjunto”.
“La producción hace falta y la manera en que se produce en nuestro país es la misma en que se produce en el resto del mundo. El ambiente hay que cuidarlo, porque es nuestra casa común. Tenemos que llegar al consenso de tal manera que produzcamos cuidando el ambiente y la salud de las personas”, explica el técnico.
“Los niveles de producción deben permitir sostener empresas que sean rentables, por un lado, y debemos sostener estos niveles para que se pueda proveer al país y al mundo de alimentos y de divisas”, explica.
En medio de tensiones técnicos capacitan sobre el uso de fitosanitarios
Dos estrategias nada antagónicas
Para Carrancio existen dos estrategias que parecen antagónicas pero que no lo deberían ser. “Una es la agroecología que fortalece el cuidado del medio ambiente y la otra es la buena práctica agrícola que permite el uso de fitosanitarios, pero desarrollándose de manera racional”.
¿Racional? “Si, es decir utilizando todos los recursos y servicios en materia de tecnología que hoy están puesto al servicio de la producción agropecuaria. Cada cosa debería tener su espacio”, explica.
En medio de las controversias desde el INTA y la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Junín vienen trabajando, incorporando al debate a el colegio de arquitectos, dirigentes gremiales y a los propios productores agropecuarios.
En este sentido, Luis Carrancio visitó en enero la ciudad de Junín en el marco del Proyecto Local de Buenas Prácticas en la Gestión de Fitosanitarios y realizó un taller organizado por INTA Junín y la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Junín.