Hay que intensificar más que nunca, el diagnóstico, la planificación y la gestión dentro de la empresa, recomienda Matías Senigagliesi.
Desde estas líneas breves, siempre hice hincapié en que había que planificar con tiempo la campaña agropecuaria. En estos momentos en plena siembra gruesa, pico de producción de leche y de nacimiento de terneros, hubo un aumento estrepitoso de la mayoría de los insumos (con faltantes) y hay además un déficit hídrico que se entremezcla con incertidumbre política y un contexto internacional inflacionario con problemas productivos y de logística.
El aumento de insumos en inédito, ya que en pocos meses, por ejemplo el Glifosato y la Urea, claves para todas las producciones, se movieron más de un 200%.
El balance hídrico viene por debajo del promedio y octubre, que es el segundo mes con más lluvias del año, no fue bondadoso y culmina con el record de mayor temperatura en un día y con ola de calor.
Obviamente, el contenido local no ayuda, en lo más mínimo, por movimientos en el tipo de cambio, amenaza de devaluación, controles, intervenciones, trabas y ausencia de un plan en lo inmediato y ni hablar del mediano y largo plazo.
Para muestras hace falta un botón y en el mundo se está viviendo un proceso inflacionario, con menor producción de materias primas de todo tipo, principalmente con complicaciones energéticas y restricciones logísticas por falta de buques y contenedores.
Realmente, es preocupante que se hable muy poco de estos temas tan sensibles y de impacto muy alto en el sector que más divisas genera y que son tan necesarias. Desde aquí busco su visualización.
Por todo esto, hay que intensificar, más que nunca, el diagnóstico, planificación y gestión dentro de la empresa, maximizando las tecnologías de proceso y manejo, logrando la sustentabilidad del sistema.