Desde la ONG AmbientAr el activista ambientalista destaca la importancia del compromiso ciudadano y la necesidad de políticas sostenibles para preservar la riqueza natural de la región. Además invita a cada uno a asumir su parte en la defensa del entorno, destacando que el cambio comienza desde lo individual y se expande hacia lo colectivo.
La gestión de residuos y los incendios de pastizales son problemas de contaminación que afectan directamente a la comunidad de Junín. En el caso de los incendios, en un 99% son provocados por negligencia humana, como cuando vecinos queman hojas secas, una práctica que se agrava en épocas de temperaturas extremas y que suele salirse de control. Esta problemática plantea la necesidad de un enfoque educativo en el que, desde AmbientAr, se busca la concientización de los vecinos sobre los riesgos de estas prácticas tradicionales.
En el marco de los desafíos ambientales de la actualidad, entrevistamos a Lucio Monserrat, referente ambientalista de Junín y miembro de la organización AmientAr. Con una mirada integradora y consciente de las complejidades de la región, Lucio comparte sus perspectivas sobre la problemática ambiental, la gestión de residuos, el impacto de los incendios y la importancia de la educación como base para un cambio duradero.
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“En cuanto a la contaminación que vivimos, una de las grandes problemáticas son los residuos, la gestión de los residuos sólidos urbanos. Por otro lado, también tenemos la contaminación que generan los incendios de pastizales. Muchas veces podemos llamarlos incendios forestales, pero en realidad, en nuestra zona son pastizales”, explica Monserrat.
Con respecto a la naturaleza de estos incendios, resalta que la mayoría son causados por desnudos humanos: “En el 99% de los casos se desencadenan por la negligencia humana; es decir, el vecino prende fuego y ese fuego no lo podés parar. Generalmente, eso sucede en épocas de temperaturas extremas, con calor muy fuerte o frío extremo”.
La educación ambiental es la columna vertebral de cualquier cambio en la relación de la comunidad con su entorno. Por ello, AmbientAr ha implementado un Programa de Educación Ambiental Integral en escuelas, desde el nivel inicial hasta terciario, incluyendo modalidades para adultos y jóvenes. Este programa se complementa con los “Puntos AmbientAr”, espacios de encuentro donde los vecinos pueden aprender sobre reciclaje, los efectos de la contaminación, y la importancia de actuar en conjunto para mejorar el medio ambiente.
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“Todos los problemas que tenemos en lo ambiental tienen que ver con la educación. Nosotros, desde Ambiente y como activistas, creemos que la educación es la columna vertebral de todo proceso y de todo cambio”, explica.
Para lograr cambios, AmbientAr prioriza el diálogo y el consenso en el activismo. En vez de rechazar las actividades económicas, como la agropecuaria, busca trabajar junto a los productores para reducir el impacto ambiental. “No se trata de eliminar la actividad agropecuaria, sino de regular el uso de agroquímicos”, señala Monserrat. Si bien algunos productos menos dañinos pueden resultar más caros, algunos productores ya optan por ellos, manteniendo “la conciencia tranquila” al cuidar su tierra y el agua.
Monserrat resalta la importancia de que el Estado implemente políticas ambientales efectivas, pero reconoce que el papel de los ambientalistas es proponer, dialogar y consensuar con las autoridades: “Nosotros somos conscientes de que las verdaderas transformaciones se dan desde los sectores estatales; ellos tienen la lapicera para definir. Nuestro rol como ONG es proponer y dialogar. Por eso, es importante tener un Ministerio de Ambiente fuerte que pueda impulsar políticas de largo plazo”.
Si bien el camino no es fácil, el activismo ambientalista debe mantenerse positivo y con una postura propositiva: “Nosotros creemos que todo tipo de desarrollo debe estar atravesado por una visión ambiental. No queremos vivir en medio de la selva, como muchos creen; queremos que haya un desarrollo económico atravesado por el ambientalismo, que las obras turísticas y urbanísticas tengan en cuenta el impacto ambiental”, explica.
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“Nosotros, los jóvenes, tenemos el beneficio de insistir, de hacernos escuchar. Si no nos escuchan por una vía, vamos por otra. Hoy estamos en la época de la globalización y, si no se escucha por la vía oral, vamos por las redes. Creo que estamos en un punto de inflexión en el cual lo discursivo ya no va más; la gente necesita ver resultados”.
Para Monserrat, el cambio es posible siempre y cuando cada persona se involucre y asuma su rol en esta causa compartida. “El compromiso debe ser transversal, desde el Estado hasta el vecino, cada uno desde su lugar puede aportar. Necesitamos construir una nueva relación con nuestro entorno, que no sea de explotación, sino de respeto y cuidado mutuo”. Con el esfuerzo conjunto de ciudadanos, organizaciones y políticas responsables, Monserrat confía en que se puede construir un futuro más sostenible y justo para Junín y para las generaciones que vienen.