Pablo Michelli, fanático de Sarmiento de Junín comparte su historia personal con el club que marcó su vida. Entre alegrías, sacrificios y pasión, Michelli destaca el papel del Verde como emblema de lucha y unión en la ciudad.
La historia de Pablo Michelli, también conocido como “Pitucho” con el club Atlético Sarmiento de Junín se remonta a su infancia. De 51 años lleva toda una vida dedicada a su pasión por Sarmiento de Junín un vínculo que comenzó allá por 1977 cuando de niño fue por primera vez a la cancha junto a su familia para presenciar un histórico ascenso contra Berasategui.
Aquella experiencia marcó el inicio de una relación que creció con el tiempo. Ya en su adolescencia iba solo o con amigos a la popular incluso durante los difíciles momentos de los descensos del equipo a las categorías más bajas del futbol profesional.
Su amor por el club no está basado en datos históricos, sino en vivencias recuerdos y la pasión de haber estado allí en cada etapa del equipo.
“Mi viejo me llevaba a ver a Sarmiento desde muy chico. Fue él quien me transmitió este amor tan grande por el club”, cuenta Michelli. Con la pasión intacta, recuerda cómo aquel Estadio, bautizado como el Eva Perón, se convirtió en el epicentro de sus sueños y emociones.
Como todo apasionado confiesa que gran parte de sus momentos de mayor alegría en su vida están ligados a los éxitos del equipo. “El ascenso a Primera División en 2014 fue inolvidable. Lo viví como si fuera un logro personal. Lloré, grite y abracé a desconocidos en la tribuna. Fue una fiesta que unificó a toda la ciudad”, recuerda con emoción.
Pero ser hincha de Sarmiento también implica vivir momentos de tensión y tristeza. “La lucha por mantenernos en la categoría es dura. Sin embargo, siempre está esa chispa de esperanza que nos caracteriza. Este club es un ejemplo de lucha y perseverancia“, afirma Michelli, destacando el espíritu resiliente del equipo y su hinchada.
Michelli también subraya el papel social del club en la ciudad de Junín. “Sarmiento no es solo fútbol. Es un punto de encuentro, un lugar donde la gente de distintas edades y realidades sociales se reúne para compartir una pasión común. Eso es invaluable”, asegura.
En cada partido, Michelli ocupa su lugar en la tribuna, rodeado de amigos y familiares, alentando sin descanso. “Estar en la cancha es como volver a casa. Sentís que formás parte de algo mucho más grande que vos mismo. Y esa energía es lo que te impulsa a seguir adelante, en el deporte y en la vida“, reflexiona.
A pesar de los altibajos deportivos, Michelli no tiene dudas: “Sarmiento es mi orgullo. No importa el resultado, lo importante es que siempre vamos a estar ahí, acompañándolo”. Su testimonio, como el de tantos hinchas, es un recordatorio del poder que el fútbol tiene para conectar personas y construir comunidades.
La historia de Michelli con Sarmiento de Junín es, en definitiva, la historia de miles de hinchas que sueñan, sufren y celebran al unísono, unidos por los colores verde y blanco.