Gastón Paz, presidente de la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado, y propietario de la consignataria Paz Hermanos comparte su visión sobre la actividad. Desde la tradición familiar hasta las innovaciones tecnológicas que han revolucionado el negocio, Paz destaca la conexión emocional y cultural entre los argentinos y la ganadería, así como los desafíos y aprendizajes que enfrenta en el comercio.
Entrevista para el Podcast Estamos Rodeados, Gastón Paz explica que ser consignatario de ganado es, ante todo, un compromiso. “Consiste en intermediar para vender al mejor precio posible la hacienda, que puede ser bovina, ovina o equina, aunque en la Argentina, el grueso de la actividad está en la venta de vacas”, comenta. La responsabilidad es encontrar los compradores adecuados y negociar las mejores condiciones de venta, así como ofrecer garantías de pago.
Para obtener un precio competitivo, el consignatario asesora a los productores sobre el momento y la forma adecuada de vender. La actividad va más allá de poner un producto en el mercado; implica, además, un conocimiento profundo de los animales y una selección cuidadosa. Paz detalla cómo la ganadería se diferencia por la existencia de distintas etapas: desde la cría y la invernada, hasta la venta final del ganado gordo, destinado a faena.
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“Los consignatarios tenemos la función de darle uniformidad a la tropa para ofrecer una mayor competitividad. También cumplimos un rol de asesoramiento al productor, guiándolo para conseguir el mejor rendimiento económico,” agrega.
La pandemia de COVID-19 aceleró la incorporación de tecnología en una actividad como los remates que históricamente fueron presenciales. Aunque algunas empresas consignatarias habían implementado plataformas online, no era la norma en la industria. “Hoy cualquiera puede estar desde su casa o el campo y participar en un remate. Incluso hemos tenido clientes que seguían el remate desde sus tractores”, comenta Paz, quien resalta la amplitud de esta revolución tecnológica que permitió expandir el acceso geográfico a compradores de distintas provincias.
La ganadería como identidad argentina y el resurgir del interés empresarial
Para Gastón Paz, la ganadería no es solo una actividad económica; es parte fundamental del ADN argentino. Hablar de la Pampa Húmeda, el gaucho y el caballo criollo es, para él, una forma de explicar la conexión de generaciones con la tierra y el ganado. “A la ganadería argentina la defiende su gente. Esta pasión es la que le ha permitido salir adelante, incluso en los momentos más difíciles, como cuando la actividad fue politizada y estigmatizada”, recuerda.
El interés en la ganadería, sin embargo, no es exclusivo de las familias tradicionales o productores rurales. Según Paz, cada vez más empresarios de otros sectores, incluso aquellos que no tienen tierras, se han involucrado en el negocio ganadero. Desde inversiones en genética avanzada hasta la compra de derechos sobre embriones, esta incursión empresarial destaca las oportunidades que el sector ofrece para nuevos inversores.
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Para Paz, esta tendencia también responde a la versatilidad de la ganadería argentina, que puede adaptarse a distintas condiciones climáticas y geográficas del país, desde la Patagonia hasta el norte chaqueño. Esto, sumado a la alta demanda internacional de carne argentina, convierte al sector en una inversión atractiva.
Innovación en genética y manejo: la tecnología al servicio de la calidad
Aunque la ganadería se ha considerado una actividad tradicional, Paz observa avances significativos en tecnología genética que han mejorado notablemente la productividad y calidad de la carne argentina. “El trabajo en selección genética busca producir una carne de mejor calidad, con mayor fertilidad y adaptabilidad al medio”, destaca. La inseminación artificial y la multiplicación de embriones son herramientas que permiten mejorar la genética de los rodeos y adaptar la producción a las exigencias del mercado.
Otro cambio relevante es el manejo del pastoreo. Paz explica que muchos ganaderos han retomado prácticas antiguas de rotación de pastos, en las que se monitorea el crecimiento de los forrajes y se regula la carga de animales en cada lote. Esta práctica optimiza la alimentación del ganado, mejora la calidad de los suelos y permite una producción más sostenible y eficiente.
Un oficio familiar y la formación de nuevas generaciones
Paz comparte su experiencia en una actividad que, en muchos casos, se hereda de generación en generación. La tradición familiar es común en el sector consignatario, donde muchas empresas han estado en manos de una misma familia por más de un siglo. La cercanía y el sentido de responsabilidad hacia el productor hacen que trabajar en familia sea un valor agregado, aunque el cambio cultural actual requiere también de profesionales capacitados en áreas específicas como tecnología, administración y marketing.
“La capacitación es fundamental para mantener la calidad del servicio que ofrecemos,” asegura Paz, quien, como presidente de la Cámara Argentina de Consignatarios de Ganado, promueve la profesionalización del sector. En colaboración con universidades, la Cámara está desarrollando una diplomatura para preparar a las nuevas generaciones de consignatarios en conocimientos técnicos y administrativos, con el objetivo de responder a las exigencias del mercado.
El compromiso del consignatario como figura de confianza
Más allá de los avances tecnológicos y los cambios generacionales, Paz insiste en que el consignatario sigue siendo, ante todo, una persona de servicio. “En las zonas rurales, el consignatario es una figura de confianza, casi como el banco del pueblo. Durante generaciones, se ha encargado no solo de vender el ganado, sino de resolver las necesidades financieras de los productores y sus familias”, explica.
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A medida que el sector ganadero evoluciona, el consignatario se adapta, manteniendo intactos valores como la dignidad y el honor que, según Paz, definen a la gente de campo. Estos principios han permitido al sector superar momentos de incertidumbre económica y política, y son, para él, la base sobre la que se construye el futuro de la ganadería argentina.